sábado, 13 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #210-213

Carne de Ébano: Quinta Parte

Capítulos 71-74

Porque debe haber un final. La lucha de Bogar por la libertad termina, llegándole la hora de volver a casa, pero no sin antes pasar por una dura prueba de la vida al reencontrarse con su peor enemiga que se encuentra en el peor estado posible.

Habiendo dejado a Albert cuidando a su padre moribundo, el batallón de Bogar avanza, cosechando nuevas victorias. Tras conseguir una de éstas, algunos de sus hombres se quejan de haber sido repudiados en una casa de mala nota a la que fueron a celebrar. Bogar va para allá para hacer valer sus derechos, descubriendo que la dueña es ni más ni menos que Elizabeth, que al reconocerlo, enseguida vuelve a tratar de seducirlo, en un intento por tomarlo desprevenido y atacarlo con un puñal. Bogar le arrebata el arma y se entretiene poniéndola en su lugar para que pague todas sus culpas, pero le informan que están siendo cercados por el enemigo, y la deja ahí, prometiéndole terminar lo que empezó algún día.
La lucha de Bogar dura dos años, terminando sus días de batalla, súbitamente, después de haber sido herido en una pierna durante la misión de detener un convoy. Bogar es hospitalizado y debe pasar por una larga recuperación, resintiendo su estado, pero recibiendo apoyo (el cual desdeña en un principio) por parte de la Madre Angustias, una joven amable y firme en sus convicciones. Entera a Bogar del estado de una paciente cuyo rostro se quemó durante un incendio, la cual no quiere dar su nombre, y al poco tiempo, él hace el intento de hablar con ella. Su platica provoca una reacción en la mujer, provocando que lo rehúya por unos días, pero finalmente acepta su compañía. Bogar la compadece y persiste en acercársele, contándole sobre su vida y en especial, aquel rencor contra cierta mujer, que la Madre Angustias reprueba.
Cuando llega el momento de que le quiten los vendajes, la mujer pide a Bogar estar presente, descubriendo un rostro irreconocible, sin labios ni nariz. Ella revela una cicatriz provocada por la agresión en su último encuentro con Bogar, y a éste por fin le cae el veinte de que se trata de Elizabeth. Impresionanado y comprendiendo el nivel equivalente de castigo que el cielo ha hecho caer sobre Elizabeth para pagar por los males que hizo, rechaza la insistente petición de ella de matarla y terminar con su miseria.
Considerando que su presencia la altera, se apresura a tomar sus cosas, ya habiendo concluido desde antes su recuperación, para volver a casa. Agradece las atenciones de la Madre Angustias y se despide ella pero inmediatamente después se enteran de que Elizabeth, no queriendo vivir como un monstruo, se ha suicidado, arrojándose por la ventana. La alguna vez hermosa y perversa mujer es sepultada y Bogar parte, apesadumbrado.
La guerra ha terminado y los rebeldes han sido derrotados, haciendo respetar finalmente la aboliciòn de la esclavitud. Bogar regresa a su hacienda abandonada, encontrandola en ruinas, temiendo lo peor, pero pronto aparece Dydia, presentándole a la hija que nació en su ausencia, a la que Bogar decide poner el nombre de Yama. Divisan la llegada de Albert en la distancia, informando que su padre murió y no le queda nada más en la vida.
Bogar le ofrece quedarse y junto con él, dirigir la hacienda, abriéndose a un futuro optimista en el que se invoca la imagen de su madre y con quien iniciara toda esta cautivadora historia, Yama, siendo justo que con ella le pongan punto final.

viernes, 12 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #200-210

Carne de Ébano: Cuarta Parte

Capítulos 60-71

Deberíamos considerar a esta la parte denominada “La historia de Bogar en la Guerra Civil”, pero la verdad es que se transforma en “La historia de Elizabeth”, una crónica muy pero muy innecesaria y completamente irrelevante para la trama (tal vez era parte de otra novela en que Doña Yolanda quería trabajar pero no pudo, así que se las arregló para acomodarla aquí, o no la hubiera alargado tanto). Una perdida de tiempo pero también es la que tiene los detalles mas curiosos e irónicos a destacar de toda la historia (exponiendo un poco la falta de dedicación y/o atención que Doña Yolanda le puso mientras trabajaba en ella).

Mientras Bogar es dichoso con el progreso de la hacienda y el próximo nacimiento de su hijo, Albert no es tan afortunado, haciendo recibido una rotunda negativa por parte de Elizabeth sobre tener un hijo, soportando ademàs su fría actitud con él, ignorando que ella lo engaña con un capitán cada vez que èl se ausenta, algo que de lo que ya están al tanto todos los esclavos (pero nada le dicen, puro compadecerlo y reír a sus espaldas).
Representantes del Norte visitan a Bogar, solicitando su disposición para ayudarles con todos sus hombres cuando inicie la Guerra Civil, una vez que los estados del Sur rechazan la propuesta de la abolición de la esclavitud del Presidente Lincoln. Bogar se entusiasma con la idea, siendo apoyado por Dydia para ir a luchas por los derechos de los negros, y al poco tiempo, recibe la convocatoria, partiendo enseguida rumbo a la batalla.
El batallón de Bogar va cosechando algunas victorias pero su cruzada termina por llevarlos hacia la hacienda de Don Esteban, logrando hacer sucumbir todas sus defensas, obligándolo a que éste, Albert y sus hombres retrocedan, penetrando en su residencia para tomar el control.
Bogar consigue encontrarse con los dos, pidiéndoles que se rindan, a lo que Albert accede enseguida pero Don Esteban se pone necio, colocándose en el camino de las balas, quedando gravemente herido. Con todo, Bogar aboga por él y Albert, convenciendo a sus compañeros de respetar sus vidas y conseguir un medico para Don Estaban, siendo su condición critica. Olvidando su resentimiento durante la convalecencia, Don Esteban celebra que Bogar sea agradecido, disculpándose por no haberle creído antes con la infamia de Elizabeth, quien ya no está con ellos después de haberla descubierto. Derrotado ya desde antes de unirse a su padre en la defensa, Albert le cuenta a Bogar con pelos y señales (y demasiado detalles que no debería saber) como fue que descubrió la verdad sobre la hipocresía de Elizabeth, iniciando una muy larga narración de los hechos.
Albert cuenta como Elizabeth alegaba sentirse aburrida en la hacienda, renuente a tener un hijo para que le hiciera de compañía, convenciéndolo de dejarla pasar unos días en la ciudad, visitando a su madre, nomas para distraerse. Albert le da permiso de ir y ya con su madre, ella puede admitir que la vida con Albert le aburre ya que él no tiene voluntad, siendo muy fácil tenerlo bajo su control cuando ella es una mujer que ama y se deja seducir por los retos (como fue Bogar). Recibe la visita de sus amigas, Susy y Carolina, contándole la ultima sobre su prometido, un lord ingles llamado Henry Stevenson, al que Elizabeth conoce eventualmente cuando acude con ellas a un baile. Ella queda fascinada al verlo y entablan conversación, intercambiando frases de doble sentido en las que ella sale mal parada al hacerse éste el difícil. Impresionada, se decide a conquistarlo a como de lugar, por lo que al comentarle sus amigas sobre haber sido invitadas a pasar un fin de semana en la casa de campo de las Belton (hermanas solteronas), con sus respectivas parejas, Elizabeth de inmediato pone en marcha un astuto plan, visitándolas y a través de regalarles panecillos y halagos, consigue que la inviten también. Ahí, vuelve a abordar a Lord Henry, pero él la irrita con su arrogancia. Susy adivina las intenciones de Elizabeth, echándole indirectas muy directas para que desista de su intención y no perjudique la relación de èste con Carolina.
Elizabeth consigue otra oportunidad para charlar a solas con Henry, intercambio nuevamente frases de doble sentido, que esta vez acaban con ella dejando que la bese después de hacerse la difícil al principio, haciendo una cita para volverse a ver cuando regresen a la ciudad.
Susy observa todo y le advierte a Elizabeth que se detenga, pero ella no le hace caso. Astutamente, Susy consigue hablar con Lord Henry a la hora del baile sin que Elizabeth pueda evitarlo al mantenerla distraída con su respectivo ligue, Agapito, y le cuenta que todo fue una apuesta que hizo con Elizabeth sobre que ella no podría conquistarlo y que se lo iba a explicar durante la eventual cita. Henry se traga la mentira, tomando todo a la ligera y comprometiéndose a dejarla plantada y en vez de eso se reune con ella y Carolina.
En la noche, Elizabeth se escabulle para hablar más con Henry y asegurarse de que Susy no le haya dicho nada, tocándole oírlo ufanarse con amigos sobre su conquista, como parte de un intento por divertirse con ella al advertir su presencia. Susy aparece para fastidiarla y Elizabeth se ve obligada a volver a la cama pero se desquita dándole una bofetada por entrometida. Al regresar a casa de su madre, ésta le hace entrega de tres cartas de Albert que no tiene ninguna prisa en responder, aunque abre una lleva dinero para surtirse (y Rester no deja de tomar algunos billetes para cobrar su “comisión”).
Elizabeth se dirige a su cita, pero espera en vano a Henry y la lluvia la sorprende. En el café donde se encontraba con Carolina, la llegada de Henry complace a Susy, retirándose para ir a donde está Elizabeth, por el gusto de verla enfurecida, aunque le amerita ser arrojada en la fuente cercana.
Para empeorar las cosas, Elizabeth pesca un resfriado que la deja en cama unos días, pero se abstiene de informar a Albert, para evitar que venga a molestarla, alegando que su madre está delicada de salud y necesita pasar más días con ella para asegurarse de dejarla bien.
Una vez que se ha recuperado, Elizabeth visita a Carolina y la convence de probarse de una vez el traje de novia, empleando comentarios inquietantes para hacerla dudar de una vez sobre la realizaciòn de su matrimonio, deteniendose cuando llega Henry. Mientras Carolina se cambia de ropa, Elizabeth va para “entretenerlo”, aprovechando para insinuarle que es un cobarde y por eso no acudió a la cita. Para defender su ego, Henry la cita nuevamente en el café La Posada del Sol y Elizabeth le da su dirección para cerciorarse.
A la hora de la cita, Elizabeth deja plantado a Henry para cobrar venganza, recibiendo un ramo de flores de su parte al día siguiente, reiterando la cita en el mismo lugar y a la misma hora. Y así pasan los días con Elizabeth disfrutando la tortura de Henry, ignorando su último mensaje sobre que la esperaría una última vez, creyendo poder mantenerlo esperando indefinidamente. Cuando ya no le llega ningún ramo ni recado, enfurece, sintiéndose despechada, por lo que ella misma se dirige a La Posada del Sol. El discreto y malicioso mesero que atendió a Lord Henry la lleva al mismo apartada privado y como ella se cansa de esperar, le encomienda enviar un mensaje para que éste venga. El mesero envía a un mozo como mensajero y éste tiene que ir hasta el club de banqueros para entregar el mensaje (dedican demasiadas pàginas a la peripecias del mozo). Henry se encamina de inmediato rumbo a al café, y por fin, con diálogos muy teatrales, inicia formalmente su romance con Elizabeth.
El mesero los surte con todas las comodidades y privacidad que necesiten, y de esa manera empieza una serie de citas clandestinas, que provocan que Henry aplace su boda con Carolina.
Susy descubre lo que ambos hacen y amenaza a Elizabeth con hacerselo saber a Albert pero ella le advierte que él sólo cree en sus palabras. Tratando de demostrar lo contrario, Susy le envía un anónimo, el cual inquieta a Albert, pero se guarda sus dudas para si. Al hablar con su padre sobre la prorroga de Elizabeth, éste lo convence de tomar la iniciativa e ir por allá. Su llegada contraria a Elizabeth sobremanera pero interpreta bien su papel de esposa complaciente que no tiene un amorío con el prometido de su mejor amiga. Sigue usando la excusa de la enfermedad de su madre para permanecer más días (ironicamente, Alfred comenta que ella muriò dìas despùes de que la dejaron, indicando que a fin de cuentas si estaba enferma aunque nadie se dio cuenta) , esperando seguir con su relación con Henry a expensas de Albert.
Susy toma manos en el asunto y visita a Henry en su departamento, haciéndole ver que se ha vuelto dependiente de Elizabeth y por su honor y ego masculino, puede poner un alto a eso simplemente apresurando su boda con Carolina, a lo que él accede.
Elizabeth envía a su madre para darle un mensaje a Henry en su departamento, esperando verlo en La Posada del Sol, convenciendo a Albert de la que lleve para allá. Henry recibe el mensaje pero no da ninguna respuesta y Elizabeth lo busca inútilmente entre los demás comensales, disimulando ante el ingenuo Albert. De vuelta en la casa, reciben la visita de Susy y Carolina, anunciando la inminente boda de Carolina con Henry, esperando que se queden más tiempo para asistir. Frustrada, ella misma va al departamento de Henry, exigiendo una explicación. Con cinismo, Henry le hace ver que ella se le ofreció porque quiso y él sólo la complació pero con el regreso de su marido,ya no puede seguir por su "caballerosidad", logrando que ella se marche indignada. A su regreso, Albert la enfrenta, exigiendo saber donde estaba, y ella utiliza una astuta coartada que más adelante convencerá a Susy de que la ayude a mantenerla, y ella lo hará sólo para que Albert no se decepcione por la mala mujer que tiene por esposa. La boda entre Carolina y Henry se realiza sin contratiempo ni más incidentes, con Elizabeth entre los asistentes, tragándose su orgullo.
Habiéndose tardado tanto en contar lo que no tenia forma de saber, Albert cuenta muy brevemente lo del engaño que SI descubrió, tras acceder a los deseos de Elizabeth de tener una casa pequeña donde estuvieran solos, acostumbrándose a darle la vuelta ahí con su nuevo amante. Una noche, Albert los cacha in fraganti y hiere al amante a balazos.
Està por matar a Elizabeth pero Don Esteban lo convence de que no vale la pena, y la corren de la hacienda. Con esto, el relato termina, y Bogar compadece a su viejo amigo, jurando en sus adentros venganza si alguna vuelve a toparse con esa víbora.

Metidas de pata y baches en la historia:
Vuelven a revolver la numeración de los capítulos, brincándose del 62 al 64.
• Considerando que Albert narra los eventos desde su punto de vista, esto es completamente incongruente ya que conforme avanza la trama, se percibe que estos más bien son desde el punto de Elizabeth. Además, se le da atención a otros escenas en las que ella no interviene como la reunión de Susy en el café con Henry y Carolina, la cena de Henry con la familia de Carolina, o incluso los plantones que Henry soportaba en el café por no decir la innecesariamente prolongada parte del mozo mensajero en la que tienen que narrar todo lo que hizo para llegar con Henry y su regreso al cafe. Por lo visto, Doña Yolanda se entusiasmò tanto con esta historia, que se le olvidó que poner a narrar a un personaje, no es lo mismo que narrar en tercera persona que es su estilo particular, ya que por encima de todo, Albert mete demasiados detalles que no le tocan más que alguien que no ha presenciado todos y cada uno de los eventos (por no decir, que puede leer la mente ya que se trasluce lo que piensan los personajes).
• El episodio del amorío con Lord Henry es irrelevante por completo. Albert no estuvo ni cercas de descubrirlo ni tampoco parece que se lo hayan contado (después de aquel segundo engaño él ni ganas iba a tener de saber con quienes más le puso los cuernos esa zorra como para sentarse tranquilamente a oír a Susy contándole lo que sabia, y era la única que estuvo al tanto de casi todo).
• En serio, todo esto nada que ver, fue una muy inoportuna interrupción de la trama original. Da la impresión de que Doña Yolanda tenia muchas ganas de hacer una historia con este tipo de trama, pero como no pudo prepararla bien o no se aguantaba, tomó la iniciativa de introducirla aquì, alejándose del tema de la lucha de la igualdad por un rato.

Frases más incongruentes y fuera de lugar de la “narración de Albert":
“Con gran parsimonia, el mesero sirvió dos copas…Un rayo de luz que se abrió paso por entre los gruesos cortinajes, se estrelló en el espumeante licor, arrancándole destellos dorados.” Vaya forma tan poética y extremadamente descriptiva de narrar algo tan simple como servir unos tragos. ¿Pero quien le informó de esto a Albert? ¿El mesero? ¿Lord Henry? Como sea, me sorprende que tan dolido pueda contarselo asì a Bogar.
• “Elizabeth, a hurtadillas de Albert, se mordió los labios, rabiosamente.” Se supone que Albert està narrando esto ¿qué no?
• “Bastaba una caricia o una sonrisa para que Albert, ciegamente enamorado de mi esposa, no sospechara la terrible traición de que era objeto.” (¿No debería decir “de la que era objeto?). Válgame. Elizabeth no sólo había engañado a Albert con Bogar, Henry y aquel otro sujeto, ¡sino también con el mismo Albert! ¿Quién lo hubiera imaginado? Engañar a su marido con su propio marido... Elizabeth si que se la sabe de todas, todas.
Incluso esta escena es absurda y fuera de contexto por la forma en que es narrada. ¿Para que abrìa de agregar "Albert" que Susy se puso a reir luego de pensar en eso?

jueves, 11 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #178-199

Carne de Ébano: Tercera Parte

Capítulos 41-60

Entramos a la historia de Bogar y Albert. Habiéndo pasado a la adultez, su solida amistad realmente parecía inquebrantable pero la manzana de discordia no tarda en presentarse en la forma de Elizabeth, una joven sin escrúpulos que complicará las cosas y arruinará por un rato toda la carga optimista que llevaba la trama.

Albert debe ir a estudiar en la universidad de Memphis, pero le pide a su padre que permita que Bogar lo acompañe por un tiempo, en vez de reintegrarlo a los esclavos que laboran el campo. Allá, son recibidos por Rester, prima de Don Estaban, y su hija Elizabeth, por quien Albert queda fascinado. Albert y Bogar (al que casi ni pelaron) aprecian sus atenciones antes de instalarse en la residencia estudiantil.
Albert comienza a asistir a clases y tiene un altercado con un grupo de revoltosos que se proponían a “bautizarlo” desnudándolo y echándolo a la fuente, pero Bogar lo defiende, poniendo en su lugar al líder. Albert es invitado a la fiesta de cumpleaños de Elizabeth y ella misma invita a Bogar para ganárselo al entender su peculiar relación con Albert. Bogar no quiere ir pero Albert lo convence y durante la fiesta, éste se olvida de él, por andar con Elizabeth. Bogar se regresa temprano, sintiendose completamente fuera de lugar, recibiendo luego a Albert, que viene pasado de copas.
Poco después, Bogar es aceptado por otros estudiantes con que se lleva Albert, debido a sus habilidades atleticas, convenciéndolo de representar a su universidad en las próximas competencias. El director manda llamar a Albert para avisarle que a Bogar no le permitirán participar por el simple hecho de ser negro. Albert se entristece y no sabe como decírselo a Bogar que se encontraba muy entusiasmado. Bogar acaba por deducirlo y confronta a Albert, acusándolo de ilusionarlo haciéndolo creer que pueden tratarlo como a una persona cuando su piel siempre será lo que todos verán. Tras haberse descargado, Bogar se echa una parranda, aliviando un poco su pena, y al día siguiente, Albert descubre que se ha marchado, dejándole una nota para aclarar todo.
Bogar regresa a la hacienda y Don Esteban le da el puesto de administrador debido a que ha llegado a estimarlo y a confiar en él. Bogar utiliza su posición para mejorar las condiciones de los esclavos, pero no tarda en ser confrontado por el rencoroso capataz, Henry, quien intenta atacarlo con insultos para recordarle su lugar. Bogar le da una lección azotándolo contra el suelo, dejándolo berreando y jurando venganza (nunca vuelve a aparecer en la historia).
El tiempo pasa y en las cartas que le envía Albert, Bogar es puesto al tanto del avance de sus relaciones con Elizabeth, lo que él no aprueba, recordando el desprecio acentuado que dirigía hacia su persona. Bogar conoce a Dydia, una joven mulata que vive cercas con su madre esclava, tomándole cariño al instante porque le recuerda a su madre, Yama, y a su vez, ella se enamora de él a primera vista.
Don Esteban decomisa a Bogar para recibir en su nombre a Rester y a Elizabeth que pasaràn algunos días en la hacienda para conocer el lugar. A Bogar no le hace gracia pero obedece, y tiene que soportar la actitud despectiva de las dos, desquitándose al tomar el control del transporte, conduciendo como loco rumbo a la hacienda. El martirio de Bogar continua cuando Don Esteban le ordena acompañar a Elizabeth a pasear a caballo. Finalmente, Elizabeth le expresa su desprecio abiertamente, al que Bogar corresponde con creces, irritándola con sus comentarios al grado de pegarle con su fuete. Bogar responde sacudiéndola violentamente y abandonándola ahí. Elizabeth queda impresionada por su carácter y decide no hacer ningún comentario del incidente, abordándolo más adelante en un pobre intento de reconciliación. Bogar persiste en despreciarla, alegando que no le importa que vaya con el chisme y ella se retira, indignada.
En sus cartas, Albert expresa su decisión de abandonar su carrera y casarse con Elizabeth, lo que Bogar y la vieja Katherine no aprueban, habiendo concordado en que Elizabeth y su madre son unas interesadas. Bogar continua simpatizando con Dydia, despertando celos en Elizabeth, que decide hablar con la mulata para asegurarse de que no hay nada entre ellos, aprovechando para burlarse del evidente amor que le tiene a Bogar, sintiéndose poca cosa para él.
Don Esteban realiza preparativos para una fiesta en nombre de Elizabeth, y ella aprovecha una oportunidad para hablar con Bogar y hacer las paces, pero él hace todo por rehuirla. Durante la fiesta, Elizabeth convence a Don Esteban de mandarlo llamar, tratando de acercarse más a él, pero es inútil. Bogar se sale y Elizabeth lo alcanza, siendo franca al revelarle la atracción que ha nacido entre ellos y le ofrece sus labios pero todo lo que recibe de Bogar es una bofetada. Bogar consigue alejarse y cumplir su promesa a Dydia de bailar con ella afuera de la fiesta, excusando estar cansado para dejarla en su casa al poco rato, mas no deja de pensar en Elizabeth.
Al día siguiente, Elizabeth espía a Bogar mientras se baña en el rio, y una vez que sale y se viste, vuelve a ofrecérsele. En esta ocasión Bogar se deja llevar y cae ante ella, sintiéndose pésimo en consecuencia.
Bogar recibe a Albert, enterándose de que ya es un hecho que planea casarse y botar los estudios, buscando varios argumentos para hacerlo desistir, mas él está demasiado enamorado de Elizabeth y sólo quiere estar con ella lo antes posible. Se realiza una fiesta por el regreso de Albert, aprovechando Don Esteban para anunciar su compromiso con Elizabeth. Bogar se ve obligado a bailar con ella por el mismo Albert que desea que empiecen a llevarse bien. El cinismo de Elizabeth no tiene limites, decidida a casarse y a la vez darle la vuelta a Albert con él, pero Bogar la amenaza con soltar la sopa, dándole un plazo para que invente una excusa, regrese a la ciudad y rompa el compromiso (como si le fuera a hacer caso).
En los siguientes días, Bogar hace lo posible por evitar a Elizabeth y a Albert, sumergiéndose en el trabajo, denotando un radical cambio de humor. Albert lo encuentra y le pide contarle sus preocupaciones, creyéndolo celoso por su relación con Elizabeth, temiendo que eso lo haga sentir relegado, haciendo que Bogar admita que no la soporta, mas no puede explicarle el porque. Albert y Don esteban deben ausentarse unos días por asuntos de la hacienda, dejando a Elizabeth al cuidado de Bogar. Ella no duda en aprovechar la primera oportunidad para meterse a su habitación, proponiéndole “salvar” a Albert huyendo con ella a donde puedan expresar su amor libremente. Bogar se enfurece ante tanta desfachatez y le da cachetadas antes de correrla. Dydia, que pasaba por ahí, divisa a Elizabeth, deduciendo lo peor.
A raíz de eso, Dydia desprecia a Bogar y se lo hace saber, sin darle tiempo de explicar luego de que él la abofeteara al acusarlo de meterse con la novia de su mejor amigo. Albert y Don Esteban regresan con noticias que Albert se apresura en ir a comunicar a Bogar, revelándole que descubrieron que su padre es el finado Charles Britz, que lo ha nombrado heredero universal de su hacienda y bienes. Para permitirle tratar el asunto como se debe, Don Esteban lo premia entregándole sus papales de libertad.
Elizabeth se acerca para hacerle la propuesta a Bogar de nuevo, consiguiendo acentuar más su desprecio. Bogar parte para reclamar su herencia, y Elizabeth aprovecha su ausencia para provocar a Albert, convenciéndolo de adelantar la boda que iba a ser en un mes para que se lleve a cabo en una semana.
El proceso del notariado lleva días y Bogar desconfía de los blancos, considerando que es una broma para humillarlo, más al final lo convencen de que todo es legítimo y legal, haciéndole entrega de una carta que Britz le dejó, contando su historia con Yama y su profundo arrepentimiento por lo que le hizo, pagando en su terrible soledad. Bogar queda satisfecho y aliviado, pasando a visitar la hacienda, despidiendo al administrador y a los abusivos capataces. Un amigo de Don Esteban lo visita, proponiéndole que le venda la hacienda y demás propiedades, ya que no será bien visto que quedan en poder de un negro. Inicia una discusión que se suspende cuando el hombre comenta sobre la boda de Albert, haciendo que Bogar reaccione, tomando el caballo y apresurándose a volver a la hacienda para impedir que ésta se realice.
Bogar llega justo a tiempo y pide hablar a solas con Albert, decidido a contarle toda la verdad sobre su descarada prometida. Albert toma sus acusaciones como una infamia, arremetiendo a golpes contra él, pero al revelar Bogar que ella lo engañò con él, pierde la cabeza y le dispara, hiriéndole el hombro, acabando por aventarla la pistola a la cara al no quedarle más balas. La misma Elizabeth interrumpe y rápidamente improvisa, alegando que Bogar la acosaba y se aprovechó de ella.
Don Esteban se les une y enseguida ata cabos, impidiendo que Albert mate a Bogar, acusándolo de haber traicionado su confianza al grado de ni merecer que se manche las manos. Le propina un trancazo y le ordena que se largue. Herido gravemente, por dentro y por fuera, Bogar obedece. Albert, Don Esteban y Elizabeth acuerdan guardar ese incidente en secreto y seguir adelante con la boda, disimulando lo sucedido cuando Rester irrumpe.
En su estado, el mulato no llega muy lejos, pero es encontrado por Dydia, quien a pesar de todo sigue enamorada de él y consigue ayuda para llevarlo a su casa y curarla por si misma. Una vez que Albert y Elizabeth se han casado, usando la mentira de que Bogar le robó dinero, Don Esteban lo manda matar, y la noticia llega a la casa de Dydia. Bogar, más o menos repuesto, se prepara para la huida, y Dydia se apunta para acompañarlo, decidida a estar a su lado siempre, conmoviéndolo sobremanera.
Sin muchos percances, Bogar y Dydia llegan a la hacienda, acomodándose en cuanto confirman que ya no quedan capataces y los sirvientes blancos han renunciado. Los días pasan y Bogar termina de recuperarse, enamorándose finalmente de Dydia, cayendo rendido ante su lealtad y cariño. La boda es prontamente realizada y Bogar invita a los esclavos a que se les unan, terminando con un discurso en que les devuelve su libertad a todos, dándoles la opción de quedarse y trabajar por una paga o irse a donde se les antoje.
Los esclavos se avientan una pachanga que dura por días, descuidando sus deberes, pero resulta una etapa transitoria en lo que disfrutan de la libertad obtenida, volviendo pronto a levantar la producción de la hacienda. Bogar se complace de ver que las cosas marchan bien y Dydia aprovecha para incrementar su felicidad al comunicarle que está embarazada.

Metidas de pata y baches en la historia:
Una vez que pasa el Capitulo 49, en vez de seguir con el 50, la numeración retrocede al 48, y así se mantiene (por lo que el total de capítulos de Carne de Ébano no es exactamente él que van marcando).
• En los Capítulos 46 y 57, en la página del resumen de lo anterior, ponen los diálogos en las escenas que no les corresponden.
El apellido de Don Esteban y Albert cambia a “Rublos” cuando originalmente era “Rueblos”.
• La hacienda de Britz heredada por Bogar es nombrada "Los Naranjos" cuando le mencionan que la ha heredado, pero en el Capitulo 60, ahora se llama “Del Roble”.
• En el Capitulo 60, Dydia menciona haber sido esclava, pero en ningún momento denota que haya sido así, considerando que sólo trabajaba para pagar la libertad de su madre (y como apenas tenia 15 años no hay forma de que ejerciera de esclava, habría tenido que ser una niña).

miércoles, 10 de agosto de 2011

Lagrimas, Risas y Amor #163- 177

Carne de Ébano: Segunda Parte

Capítulos 26- 40

Habiendo pasado por la historia de Yama, apenas la punta de lanza de los eventos determinantes, seguimos con la historia de la infancia de Bogar, protagonista del resto de esta serie.

Doce años después de aquellos incidentes desafortunados, Yama se ha instalado en una colonia de negros libres, viviendo humildemente con su hijo, Bogar, concebido aquella noche en que se entregó a Britz. Habiendo heredado las facciones y ojos verdes de su padre, su estado de mulato es más pronunciado, siendo constantemente molestado por otros niños, pero con la facilidad de hacerse respetar a golpes. Como suele suceder en las historias de Doña Yolanda, la relación madre e hijo es ejemplar y filial (y por supuesto, ella le oculta el hecho de que su padre es un hombre blanco, por temor a que la desprecie).
Bogar atiende clases con otros niños impartidas por Bob Castle, un anciano que les enseña lo poco que sabe (lo más básico: letras y números). Un día, durante las clases, presencian la aparición de hombres blancos que revisan los papeles de libertad de los negros, pasando por Bob. Éste no puede explicarles el significado a los que no saben sobre esclavitud pero al poco rato, los padres de Risco, un amigo de Bogar, son llevados al no tener papeles. Risco intenta impedirlo y lo agreden, por lo que Bogar entra a defenderlo y ante su intromisión, le dan un latigazo en el rostro. Nada pueden hacer para impedir la partida de los padres de Risco y éste pasa a vivir con Bogar y Yama, quien se ha enterado de lo sucedido, aprobando la actitud de Bogar pero poniéndose más a la defensiva que nunca para que no sepa que su padre era blanco, ahora que su repulsión hacia éstos ha surgido.
Un día, Bogar y Risco tienen la ocurrencia de vender ranas que han capturado a los blancos que pasen por el camino, como una forma de desquitarse de ellos. El destino permite que se topen con un carruaje en que viaja un envejecido y paralitico Charles Britz, que acepta comprarle a un alto precio una rana a Bogar, simpatizando con su actitud desafiante. Risco menciona el nombre de Yama y Britz reacciona, considerando la idea de que se trata de la misma mulata que amó y forzó a ser suya, pero los dos chiquillos escapan antes de que pueda interrogarlos más.
Bogar y Risco le cuentan a Yama lo que pasó y ella empieza a temer que el pasado venga a perseguirla. Convenientemente, uno de los clientes a los que Yama les lava la ropa es Clarisa, prima de Britz, quien al haber sido enterada de aquel evento del pasado de su primo, ata cabos, y prepara un encuentro. Convence a Yama de lavar ropa para su primo en su hacienda, llevando a Bogar (y Risco, al que no pueden dejar solo). Yama trabaja con entusiasmo mientras Clarisa se lleva a los niños para que exploren y se entretengan, acercando a Britz, reconociendo en Bogar su mismo carácter. Intenta exponerle hipotéticamente que podría vivir en su hacienda rodeado de lujos y comodidades pero el chiquillo no quiere escuchar nada.
Yama se entera por parte de la servidumbre que Britz es el dueño de la hacienda, corriendo hacia donde están Bogar y Risco, poniéndoles un encargo en lo que confronta a Britz. Éste le propone darle una vida mejor a Bogar pero Yama se pone brava, empeñada en mantenerlo a su lado, tomando la determinación de fomentar el odio de su hijo hacia los blancos. Los llama para regresarse inmediatamente, pasando por los campos donde laboran los esclavos, para que al contemplar su sufrimiento pueda acrecentarse ese odio (sólo en Bogar, Risco sólo siente pena al pensar que sus padres estèn pasando por eso).
Clarisa instiga a Britz a no darse por vencido (más que nada para que él le de dinero que necesita) y ella misma se compromete a hablar con Yama en su casa, reiterándole la propuesta, casi convenciéndola, hasta que aclara que ella no viviría con él. Yama es firme en su negativa, pero a partir de entonces, en su mente se mete la idea de que Bogar prospere, por lo que durante la cena le habla sobre la posibilidad de vivir en una casa como la de Britz y tener todo lo que quisiera, pero sin dejar de mencionar que ella no estaría ahí. Bogar disipa sus temores repudiando todo eso, que no vale más que tener a su madre siempre a su lado.
Al poco tiempo, Yama enferma de gravedad e intentan curarla con remedios caseros y una inútil charlatana a que le ahuyente los “malos espíritus”. Finalmente, consiguen traer al medico del pueblo, gracias a Bob que organizó una colecta para pagar la consulta. El diagnostico es que el mal de Yama está muy avanzado (nunca dicen que tiene), necesitando ser internada en el hospital y una operación, todo muy costoso. Desesperado por conseguir dinero, Bogar expone a Bob su idea de venderse como esclavo y así salvar la vida de su madre. El anciano intenta disuadirlo, explicándole lo que significa renunciar a su libertad, pero Bogar insiste en que es la única manera. Consigue el nombre de un negrero, Esteban Rueblos, que se hospeda en una posada, molestándolo a altas horas de la noche para venderse. Don Esteban no cree su historia pero las lágrimas de Bogar terminan por convencerlo, dándole más dinero del que cree que vale, fijando un plazo de cuatro días para volver e incorporarse a sus esclavos.
Bogar se apresura en volver con Yama, pero es demasiado tarde, y le avisan que ella agoniza. Con sus últimas fuerzas, Yama intenta decirle quien es su padre para que vaya con él, pero Bogar no entiende nada y ella expira. La tristeza llena el corazón del niño pero se asegura de utilizar el dinero para que su madre sea enterrada en un cementerio de lujo.
Los padres de Risco han conseguido su libertad, regresando para reunirse con su hijo, y Bogar decide dejarlos vivir en su casa, puesto que partirá hacia su nueva vida como esclavo. Se despide emotivamente de Risco y de Bob, desdeñando la idea de huir o reponer ese dinero, dispuesto a cumplir su palabra. Vuelve con Don Esteban, quien ni siquiera lo recordaba, y pronto se une a los esclavos, rumbo a su hacienda.
Bogar experimenta la esclavitud, tardando en acostumbrarse a las condiciones infrahumanas en que viven y trabajan. Henry, el capataz, lo azota con el látigo sólo porque no le gustaba la forma en que lo miraba y Bogar responde descontándolo con una piedra. Don Esteban y su hijo, Albert, pasaban a caballo por los campos y encuentran al capataz inconsciente. Bogar admite su culpa y Don Esteban está por fustigarlo, pero Albert lo detiene, considerándolo una injusticia.
Más tarde, Bogar es castigado por Henry, dándole de latigazos y encerrándolo en el calabozo alimentado a pan y agua por algunos días. A su vez, Don Esteban castiga a Albert por humillarlo frente a los esclavos y declarar su admiración hacia Bogar después de que su padre le cuenta su historia, pero en su caso, sólo le toca que le prohíban salir de la casa.
Una vez que Bogar se reincorpora a sus labores en el campo, lo informan de lo sucedido con Albert y decide ir a verlo para darle las gracias por intervenir a su favor. Acompaña a un esclavo encargado de entregar la leche y trepa hasta la ventaba de la habitación de Albert para meterse. Los dos simpatizan y se hacen amigos de inmediato.
Bogar toma la costumbre de escaparse por las noches y visitar a Albert, pasando el rato con la lectura de un libro sobre aventuras en la selva. Bogar le propone vivir esa experiencia por si mismos, yéndose por un camino que el conoce para llegar a la selva cercana y Albert acepta, entusiasmado. Los dos niños toman un caballo y cruzan el rio utilizando un grueso tronco. Pasan días enteres recorriendo, acampando y sobreviviendo en la selva, envolviéndose en el espíritu de la aventura.
Don Esteban, angustiado por la suerte de su hijo, encabeza el equipo de búsqueda tras haber deducido que se fue con Bogar, y se internan en la selva, encontrándolos finalmente. Albert acepta que lo castiguen mientras sea del mismo modo que a Bogar a quien Henry ya le anda por volverle a dar de latigazos.
Don Esteban ordena que no le hagan nada al mulato en lo que regresan y habla seriamente con Albert. Éste expresa su deseo de que le permita tener a Bogar como compañía, a cambio de estudiar con ahincó, y Don Esteban, que ya ha empezando a caerle bien el mulato, acepta regalárselo como su esclavo personal.
Cuando Albert va al día siguiente a darle las buenas nuevas a su amigo, lo encuentra tendido tras haber recibido otra golpiza de Henry. Don Estaban no aprueba que lo hayan desobedecido ni que sacie sus bajos instintos en los esclavos, por lo que lo reprende y le cancela su periodo de vacaciones màs proximo, provocando que nazca en el hombre un odio ferviente hacia el mulato (el cual no tendrá mucha relevancia para la historia). Bogar es llevado a vivir a la casa y es prontamente curado por Katherine, el ama de llaves y nana de Albert, quien se queja de que ahora tendrá que batallar con los dos.
El tiempo pasa y Albert cumple su palabra de ponerse a estudiar duro, siempre con el apoyo de la compañía de Bogar. Y así, pasan los años y los chicos crecen para convertirse en hombres, habiendo forjado un lazo que los hace sentirse más como hermanos que como amigos.

martes, 9 de agosto de 2011

Lágrimas, Risas y Amor #138-163

Carne de Ébano: Primera Parte

Capítulos 1-26

Para celebrar que hemos terminado (lo mejor que pudimos) con este blog de Memìn, como una presentación especial les ofreceré algo diferente, sin relación directa, pero que quizás puedan encontrar de su interés. Y esto es ni más ni menos que una de las clásicas historias de Lágrimas, Risas y Amor.
Para quienes no lo sepan (¿aunque como no van a saberlo? conocer a Memìn y no saber nada sobre Lagrimas…es inconcebible), Lagrimas, Risas y Amor fue una de las publicaciones que junto con Memìn, forjan algunas de las mejores pruducciones argumentales de Yolanda Vargas Dulchè. Una revista igualmente clásica en la que nacen historias inolvidables que han sido adaptadas una y otra vez, inspirando otras a su vez, entre las que se cuentan María Isabel, Rubí, Gabriel y Gabriela, El Pecado de Oyuki, Yesenia, y muchas más.
Cuando Memìn Pinguìn a colores fue relanzado al mercado, al poco rato, Vid hizo lo mismo con la revista clásica que le seguía en popularidad, la cual es, por supuesto, Lagrimas, Risas y Amor, siendo apenas el principio (bueno, a partir de entonces relanzaron muchos otros clásicos pero casi ninguno tuvo éxito y al final Lagrimas y Memin eran todo lo que quedaba).
El primer relanzamiento de Lagrimas, Risas y Amor presentó las historias: María Isabel (todo mundo debe conocer esta historia, no me hagan decir de que trata), Encrucijada (un titulo que cobra sentido hasta el final presentando el caso de una joven que debe decidir entre dos amores significativos en su vida), Vagabundo (una de las escasas historias protagonizadas por un hombre, cuyas vivencias llevan a pasar una experiencia semithriller), Gabriel y Gabriela (otro clásico importante sobre una joven que se complica la vida haciéndose pasar por hombre para olvidar sus penas de amor), Noche (historia de una mujer que atribuye sus penas a la noche, aunque el reconocimiento especial de ésta seria es su desperdicio masivo de subtramas y mal manejo de personajes y situaciones, parecía que improvisaban a cada número, Doña Yolanda ya perdía su toque para este punto), Carne de Ébano (la que hemos elegido para esta ocasión), Paloma (de Guillermo de la Parra, una historia muy cruda, medio parodiatica con giros muy bruscos), Un pasado que vuelve (autor desconocido, ni vale la pena mencionar su contenido), Fernando, Orlando y Fabiola (otra de Doña Yolanda, un tanto breve), y rematan con una repetición de María Isabel (no la terminan, la revista es cancelada).
Al poco rato de salir la revista, se decidió publicar otra titulada Lo Mejor de Lagrimas, Risas y Amor, cuya intención inicial era “modernizar” con otro estilo de dibujo y colores los clásicos, pero sólo la primera historia, Ladronzuela (también de Doña Yolanda), recibió este trato (o eso se piensa, es probable que perdieran el material original y no les quedará de otra que rehacer toda la historia). Ya las siguientes (todas en su original color sepia) fueron: Umbral (la confrontación de un medico con la encarnación de la muerte, una historia excelente aunque algo corta), Rarotonga (la mejor historia de Guillermo de la Parra sobre una pasión inspirada por una mítica mujer de la selva, sin embargo, originalmente habían anunciado El Atardecer de Ana Luisa, otra de Doña Yolanda, mas nunca explicaron el porque de la sustitución ni volvieron a publicar esa), ¿Quién? (el caos de una mujer amnésica que al cambiar a una nueva vida, al encontrarla su pasado, se desvive entre dos amores), El Canalla (otra de Guillermo de la Parra, historia sobre un celebre criminal que en realidad tenia un corazón de oro), y Mi Prima Daniela (autor desconocido, pésima trama que conllevó a la cancelación de la revista), que no logró completarse.
Aprovechando el éxito de la telenovela Rubí, oportunamente, Vid lanzó Clásicos de Lagrimas, Risas y Amor, compilaciones que en tres tomos cubrieron ese clásico. Sin embargo, todos los que siguieron, fueron descarados encuadernados de la primera revista (seis ediciones por cada tomo), y publicaron de estos hasta Carne de Ébano (supongo que hasta aquí les llegó lo mejor de la revista).
Algunos años después, lanzaron Colección Yolanda Vargas Dulchè, cuyo fin se limitaba a presentar más de sus inolvidables clásicos, pero únicamente nos dieron El Pecado de Oyuki (dicho “pecado”, del punto de visto de los demás, es el haberse casado con un extranjero), Yesenia (una gitana enredándose con un militar, otro amor prohibido) y Casandra (similar). También hubo después tomos compilatorios de éstos, pero no completaron el material correspondiente de Yesenia, quedandose cortos.
Una por una, todas estas publicaciones se fueron congelando, y hoy en día, no queda nada, dejando finalmente sólo a Memìn en sus dos (o tres) presentaciones como la única revista original y regular de Editorial Vid.
Carne de Ébano (en sus ediciones originales, consiste en dos historias continuas tituladas Sangre Esclava y Bogar, el Hijo de Yama), es una de las historias más representativas donde el tema no es el romance en si, sino el recuerdo de una lucha por la justicia y la igualdad a través de una revisión de casos y situaciones que se ubican antes y durante la Guerra Civil. Doña Yolanda se aventó un diez con esta inspiradora y conmovedora historia que nos recuerda un tema tan controversial (que mejor ni lo tocamos) que pone a uno a pensar.
Dicho suficiente, a continuación les presentamos una versión resumida para poder darles, al menos una muestra, de Lágrimas, Risas y Amor (después de todo, no podría hacer un blog temático de esto, el material es muy limitado para que valga la pena):

La historia comienza en la época en que la esclavitud era legal en Estados Unidos, presentando a dos hacendados cuyo trato hacia los esclavos negros era muy distinto. El primero es Paul Smith, quien junto con su esposa, Leonora, se aseguran de que sus esclavos vivan felices y contentos. En contraste, el socio de negocios de Paul, Charles Britz, es un hombre cruel y despiadado que sólo sabe tratar a sus esclavos peor que a los perros, convencido de que así trabajan mejor. Entre los esclavos de los Smith, se encuentra principalmente una joven mulata, Yama, destacando por su belleza y fuerte carácter. Vive un romance con Aladar, uno de los esclavos de Britz, el cual no disimulan ante los Smith, que lo aprueban abiertamente, compadeciéndose de ellos por las pocas cosas que tienen permitido disfrutar.
Un día, mientras se realizan los preparativos para celebrar el cumpleaños de Leonora, Nieves, una negrita traviesa e inquieta que es muy apegada a ella, convence a Yama de acompañarla a recolectar flores en los campos que son propiedad de Britz. El hombre descubre a la niña y antes de poder castigarla, Yama interviene y ofrece que le pegue a ella en su lugar. Cautivado por la belleza y actitud de la chica, Britz se abstiene de hacerlo, y en vez de eso, intenta aprovecharse pero ella, pero le muerde la mano y echa a correr.
Durante la fiesta de Leonora, Britz se encuentra entre los invitados, no olvidando su orgullo herido por el desprecio de la esclava. Yama es forzada a atenderlo con la misma cordialidad que los demás, dando pie a una confrontación disimulada, provocando que sus desplantes atraigan aun más a Britz. Éste pide charlar con Paul a solas, usando un ilógico argumento de cambiar de parecer sobre su trato a los esclavos, pidiéndole la venta de algunos suyos, como Yama (o más bien sólo Yama), para ser más comprensivo al tratarse de esclavos de confianza. Paul prometió nunca vender a sus esclavos pero como Britz le insiste, propone pedírselo directamente a Yama, y darle a ella el dinero de la venta. Por supuesto, Yama se rehúsa rotundamente, tomándose la libertad de ponerse altiva. Britz se enfurece, desquitándose con Paul, echándole la culpa de esa humillación y prometiéndole que lo pagará muy caro. Paul comprende de inmediato a que se refiere y lo comunica a Leonora, ya que todo el tiempo se fió de la “palabra de comerciante” de Britz sobre los títulos de propiedad de unas tierras que le estuvo pagando por años, los cuales éste nunca le firmó, pudiendo ordenar el embargo en el momento que se le antoje.
Pronto, Britz visita la hacienda de Paul, acompañado por su abogado y el fiscal de distrito, para estrecharle más la soga al cuello. Paul toma una pistola, con intenciones de acabar con ese canalla, provocando un momento de tensión, pero Leonora lo detiene antes de cometer una barbaridad. Britz pasa por alto el incidente pero le da a Paul una oportunidad de conservar sus territorios, a cambio de venderle a Yama, y para terminar de cubrir la cuota, también a Nieves y a Bernabé, un esclavo anciano de los más fieles de Paul. Viéndose con las manos atadas, Paul discute con su mujer sobre lo que debe hacer. Nieves espiaba y se entera de todo, informando a Yama y a Tía Reka, la esposa de Bernabé. Yama decide que los Smith han sido muy buenos con ellos y no merecen perderlo todo, hablando con ellos en nombre de los demás, aceptando que los vendan para corresponder al afecto que les expresaron durante tantos años a su servicio.
Habiendo tomado la resolución, Paul envía a Bernabé, que es el único que no sabe nada, a la hacienda de Britz, con su respuesta. Britz aprovecha para humillar al anciano como una probada de lo que le espera. Aladar se entera de todo y acompaña a escondidas a Bernabé para poder hablar con Yama, temiendo por lo que le deparé al servicio de un amo tan cruel.
Tiene lugar la conmovedora despedida de los Smith. Yama y Bernabé parten a la hacienda de Britz, pero Nieves, bajo circunstancias desconocidas, muere ahogada en el rio, para alivio de Leonora, creyendo que fue un acto piadoso de Dios para que no sufriera con Britz.
Yama y Bernabé se unen a los esclavos de Britz pero a ella la quiere poner a trabajar en la casa. Yama declara que no le importa donde trabaje, irritando a Britz de tal modo que la deja laborando en el campo, bajo la supervisión del látigo. Soportando la nueva rutina, Yama sólo encuentra alivio por las noches, escapándose para reunirse con Aladar. Britz casi los descubre en una ocasión, quedando sola Yama para enfrentarlo, dándole una bofetada cuando él le pide que por un momento olviden sus papeles de amo y esclava.
Al día siguiente, Christian, una anciana esclava, muere durante las horas de trabajo, dejándole a Yama un cuchillo con el que pensaba matar a Britz cuando tuviera la oportunidad, instigándola a hacer lo mismo. El capataz arremete contra su cadáver para “reanimarla”, enfureciendo a Yama ante tal injusticia. La mulata se apodera de su látigo y lo golpea varias veces con éste a su vez, descargando todo su odio por los abusos de los blancos.
Tras azotarlo hasta cansarse, intenta huir hacia la selva, pero no tardan en alcanzarla y el capataz se ensaña con ella para vengar la humillación. La llevan ante Britz, quien pensaba castigar a la esclava que se rebeló, pero al ver que se trata de Yama, se angustia y trata de explicarle la gravedad de su falta. A Yama le vale y Britz deja más en claro que nunca la pasión que ha despertado en él. Aunque la mulata sigue despreciándolo, la pone a trabajar en la casa para que no vuelvan a lastimarla.
Yama se acostumbra a su nueva rutina en la casa de Britz, pero al poco tiempo recibe una propuesta un tanto indecorosa de éste, indignándose más. Aladar sospecha sobre la razón por la que él le da tan buen trato a Yama pero ella lo convence de que no es lo que se imagina, creyéndo prudente ocultar la verdad.
Bernabé se debilita durante el trabajo, ganándose una serie de azotes que de nada sirven para ponerlo de pie y lo envían a las mazmorras a que se “recupere”. Ahí, atestigua el cruel tormento que le hacen a uno de sus compañeros, Saúl, encadenado y privado de líquidos que sacien su sed, todavía empeorando la situación al obligarlo a él a comer y tomar agua enfrente de él. Poco después, Bernabé es victima de una severa fiebre y todo indica que su estado es terminal, por lo que lo envían al granero a que termine de agonizar. Aladar lo descubre y Bernabé le pide traer a Yama para que envíe de su parte un mensaje final a Reka. Yama soborna al guardia y contempla los últimos momentos de Bernabé, lamentando su muerte (mas nunca se ve que haga llegar su mensaje). Su odio hacia Britz retoma fuerzas y le muestra a Aladar el cuchillo con que lo matará, pero él lo convence de que desista de esa idea y acaba arrojándolo al rio.
En la hacienda de los Smith, Paul y Leonora le informan a Reka de la muerte de su esposo, y por supuesto que ella lo toma muy mal (y es la ultima vez que veremos algo de estos personajes, no reaparecen ni vuelven a ser mencionados por el resto de la historia).
Britz sigue suspirando por Yama y finalmente le confiesa sus sentimientos, pero ella lo rechaza. Empeñado en conquistarla, le compra mucha ropa fina que le deja en su habitación, yéndose por la idea de que por ser mujer, no podrá resistir el probárselas si cree que está sola. Siguiendo el estereotipo sexista (recordemos que esta es una época muy anticuada y casi siempre, las historias de Doña Yolanda son anticuadas), Yama se prueba la ropa, sintiéndose humillada al descubrir que Britz la observa. Ella se encierra en su habitación y le devuelve toda la ropa, rehusándose a recibir regalos de su parte. Ante el desprecio, Britz se desquita ensañándose con los esclavos más que nunca, pero para Aladar ya es evidente su amor por Yama, al percatarse del cambio en su semblante al divisarla en la distancia. Busca a Yama para reclamárselo y ella le explica como son las cosas, para que no se preocupe, aprovechando esa pasión de Britz para despreciarlo y así vengar todas las transgresiones que él ha cometido contra su raza.
Para olvidarse de Yama, Britz se echa la parranda de su vida, pero no logra quitársela de la cabeza. Al regresar a la hacienda, afectado por el alcohol, decide que ha llegado el momento de exigir sus “derechos” y golpea la puerta de la habitación de Yama. Aladar no resiste más y lo pone en su lugar, golpeándolo y dejándolo tendido.
Yama impide que lo remate y sabiendo el castigo que les espera, deciden escapar, huyendo al monte. Britz se repone, ofreciendo una recompensa para que los capturen y se los traigan con vida.
Aladar roba un rifle que les sirve para defenderse contra sus perseguidores, aprovechando la oscuridad, hiriendo a uno y matando a uno de los sabuesos que llevaban. La pareja se esconde en una cueva, donde se ponen a rezar y mientras duermen, tiene lugar una aparición celestial que los conforta por un momento.
Al despertar, uno de los perros entra en la cueva y lucha a muerte con Aladar. Los perseguidores los cercan, obligándolos a rendirse y los llevan de vuelta a la hacienda de Britz. Aladar es enviado al calabozo de los castigos mientras que Yama debe compadecer ante Britz, que sólo se preocupaba de que algo le pasara. Britz persiste en demostrarle su amor, ofreciéndole quedarse con él, rebajándose demasiado al perder todo su orgullo, pero Yama le demuestra que siempre lo odiará, declarando que Aladar es el único hombre al que ama y amará. Britz se da por vencido y le ofrece los títulos de propiedad de ella y de Aladar para dejarlos en libertad, pero a cambio, ella tendrá que permitirle descargar toda su pasión. Yama se niega y sale de ahí, pero no tarda en escuchar los gritos de Aladar, cuya tortura aplicada en el “garrote” ya ha comenzado, por ordenes del rencoroso Britz. Yama corre a su lado pero no le permiten el paso. Informan a Britz de su perseverancia y éste autoriza que la dejen entrar, incrementando el nivel de tortura en su presencia para presionarla.
Yama no soporta el sufrimiento de su amado, resignándose finalmente, regresando con Britz para entregarse y así suspendan la tortura (por cierto, esta clase de escenas intimas casi siempre ocurren fuera de cuadro, en especial en las historias escritas por Doña Yolanda, su estilo narrativo es muy pudoroso). Habiendo sacrificado su honra, Yama vuelve con Aladar, pero es demasiado tarde, ya que éste ha sucumbido al severo daño del aparato de tortura. Los guardias respetan su dolor y Yama llora amargamente, para al rato marcharse de la hacienda, sin entusiasmo, internándose en la selva para seguir adelante con su nueva vida en libertad.

Metidas de pata y baches en la historia:
• Al principio, cambiaban el nombre de Leonora a Leonor, como si no pudieran decidirse (ambos son validos de todas maneras).
• Repiten la misma línea del narrador del Capitulo 1 donde describe como los ojos de Britz reflejan la perversidad de su alma, ya por el Capitulo 2. La diferencia es que en la primera escena lo ponían cuando estaba castigando injustamente a Aladar, y en la segundo, sólo estaba leyendo un libro bajo un árbol. ¿Qué tratan de decir? ¿Qué leer es de malvados?
• Cuando Bernabé expresa a Aladar su pesar porque los Smith lo vendan, éste los excusa pensando que hubo alguna mala jugada por parte de su amo, Britz, pero cuando el mismo Aladar habla con Yama, ahora él anda insinuando que los Smith son como todos los blancos, y ella es quien tiene que justificarlos.
• No se da ningún detalle de las circunstancias que llevaron a la muerte de Nieves. Y aun si fue lo mejor que una vida de esclavitud ante un amo tan cruel, la rápida resolución de Leonora para lamentar menos su partida se siente algo exagerada.
• Repiten más de lo necesario la escena de Britz suplicando a Yama entre el final del Capitulo 12, y en el Capitulo 13 (sólo se repite en la parte de breve resumen del anterior, pero aquí lo repitieron todavía después de eso).
• La muerta de Aladar conmociona tanto a Yama que deja caer al suelo los papeles de libertad de ambos. Sin embargo, en la continuación de la historia, se entiende que ella aun los tiene en su poder (si no, no podría comprobar que es “libre”). ¿Qué hizo? ¿Acaso a medio camino se dio la vuelta y le pidió a Britz que se los devolviera? No creo que le haya convenido en nada, aunque él ya no tuviera nada con que sobornarla…

lunes, 8 de agosto de 2011

Memín Pinguín Centenario

Como tuvieron tanto éxito con la edición del Bicentenario (pese a que sirvió más que nada para se vendieran los periódicos con que Vid hizo el trato), no pudieron dejar pasar la oportunidad de publicar otra edición más, ahora si, a la venta por separado, como debe ser, la cual conmemora el Centenario de la Revolución Mexicana.

Todo empieza cuando Chalo, un robusto compañero del salón de Memín (que nunca ha salido antes, por supuesto), empieza un pleito con Carlangas poco antes de que comiencen las clases. Romero los detiene y los arrastra al salón para reprenderlos. Carlangas señala la foto del Che Guevara en la camiseta de Chalo, haciendo que éste se de taco y se refiera a éste como el mayor revolucionario de todos, según su tío (¿no que era sólo era un guerrillero revoltoso?). Romero se irrita ante su ignorancia y le aclara que las mayores revoluciones se han dado en México y Rusia, siendo la de nuestro país la primera, misma que se dispone a contarles tras aguantar los comentarios de Memín sobre que antes había discos de 33 revoluciones por minuto (ganándose un zape de parte de Ricardo). De ese modo, el relato de la historia de la Revolución Mexicana comienza, extendiéndose tanto que se pierden el recreo, pero los alumnos están tan emocionados (menos Memín, impaciente como siempre) que se quedan hasta que Romero termine de contarles.
No hace faltar que recuente toda la historia (investiguen si les interesa pero si son de México, ya deberían conocerla de cabo a rabo), pero es bastante fluida, acompañada de escenas e imágenes de los personajes más importantes de la Revolución. La verdad, los que estudien el tema en la materia de Historia se ahorrarían mucho tiempo leyendo esto para una tarea que buscando en un libro (además, es más entretenido). Memín y sus amigos interrumpen constantemente (Chalo ya se quedó callado el resto de la historia), aportando con su propio conocimiento (bueno, sólo los amigos de Memín demuestran tenerlo, él sólo refleja su ignorancia e indignación ante lo que Romero les va contando).
Un comentario fuera de lugar lo hace Ricardo cuando menciona el dato de la locura de la emperatriz Carlota cuando llegan a la parte en que Francia impone un emperador en México (¿qué tiene que ver? sólo porque Napoleón III necesitaba tener todas sus tropas en Francia no significaba que eso fuera relevante aunque facilitaría el que derrocaran a Maximiliano).
Hay indignación entre los chicos principalmente por las acciones de Porfirio Díaz (¿quién no se irritaría ante la hipocresía de ese hombre?), simpatía por la injusta muerte de Francisco I. Madero y la emboscada de Emiliano Zapata, entre otras cosas.
Romero concluye su narración, habiendo dejado en claro que la revolución encabezada por Che Guevara palidece en comparación con la de México y Memín ya le anda sugiriendo a Chalo conseguirse una camiseta de Pancho Villa.
Romero decide invitarlos a un helado aunque no sea la hora de la salida, rompiendo las reglas por primera vez (pero sólo se ve a Memín y a sus amigos acompañándolo ¿qué pasó con los demás alumnos?). Al negrito eso le suena como una “revolución” (nada que ver, cambiar las cosas no es infringir las reglas y esa sólo iba a ser una excepción especial) y proclama que de ahora en adelante jugarán a la revolución en vez del futbol (definitivamente es lo que necesita este país, pero si es Memín quien la dirige, estamos perdidos), y le da por hacerse un bigote, ponerse una tapa de bote de basura como sombrero y una escoba, para conmemorar a su manera la memoria de los que lucharon por la revolución, provocando que Romero y sus amigos rían ante su ocurrencia (pero ahí dice que ellos se rieron a carcajadas pero ni puntos de exclamación les ponen, indicando que más bien fue una risa nerviosa y ya andan pensando en meter a Memín al manicomio, lo que quizás explique porque no lo hemos vuelto a ver haciendo algo nuevo hasta la fecha).
Mis respetos para esta edición. Ahora si se siente que pusieron a un equipo creativo responsable (incluso nos dan el nombre del dibujante: Jorge Avira). El arte es excelente, algo sombrío pero muy apropiado (el arte del Bicentenario era más colorido, más parecido al del dibujante regular de la revista cancelada). La personalidad de los personajes estuvo muy bien desarrollada, casi casi como si la misma Yolanda Vargas Dulchè escribiera esto, en especial con el profesor Romero, que en la revista regular había perdido toda su carisma y características de autentico educador, recuperándose aquí al ofrecer argumentos y una narración de los eventos que eran lo esencial de sus intervenciones en la historia. Memín y sus amigos también siguen siendo como siempre, aunque no aportan mucho fuera de hacer sus propios comentarios e intervenciones mientras Romero les va contando toda la historia. Considerando que desde entonces, esto ha sido lo último publicado en material totalmente nuevo de Memín, puedo decir que fue lo más digno que pudieron hacer para despedir la revista (porque si no pueden darle un final a la historia, entonces, más les valía irse por la verdadera historia, ju, ju, ju).

domingo, 7 de agosto de 2011

Memín Pinguín Bicentenario

Para conmemorar el aniversario de la Independencia de México, Editorial Vid ofrece una edición especial de Memín de 64 páginas, publicada para ofrecerse gratuitamente en la compra de respectivos ejemplares de los periódicos El Sol de México, La Prensa, y Esto (indicando algún tipo de acuerdo que beneficiaria a todas las partes aunque parece que no fue una oferta valida en todo el país, probablemente debido a un tiraje limitado).

Con un estilo diferente en argumento y dibujo, se nos presenta esta curiosa historia especial de Memín con el único objetivo de repasar la historia de cómo México obtuvo su independencia.
Después de un día normal de clases, Memìn, se entusiasma exageradamente con los datos que les cuenta Romero, al grado de que a la salida, declina la oportunidad de echarse una cascarita con sus amigos para irse rápido a su casa. Intrigados, Carlangas, Ernestillo y Ricardo lo siguen, en lo que Memín va tan a la carrera que provoca molestias al cruzar la calle infestada de tráfico y todavía propicia que un perro lo correteé. Entra y cierra la puerta antes de que el perro lo agarre, y sin saludar siquiera, abruma a Eufrosina con su palabrería, empezando a contarle sobre los antecedentes de independencia que hubo en algunos sectores de Nueva España, los cuales fueron atribuidos a los negros (no me gusta usar esa denominación para la gente de color pero el mismo Memín lo dice de esa manera, así que él sabrá).
Involucrándose el mismo en la historia, entra en dar referencias falsas (¿leones en America?), prontamente corregidas por sus amigos que entran sin avisar ni pedir permiso (¿cómo le hicieron para pasar por el perro?).
Comprendiendo que el entusiasmo de Memín se debe al orgullo de su color y el impulso de compartir lo aprendido con Eufrosina, lo dejan seguir, pero hay una breve interrupción cuando Memín abre la puerta por accidente y sale el perro (¿es un perro racista acaso? ya que ignoró a los otros y se espero a que Memín volviera a salir…), sobresaltándolo justo en el momento en que fanfarronea sobre lo valientes que eran sus antepasados al luchar sin armas contra fieras salvajes.
La historia de los antepasados negros de Memín prosigue y concluye, dando pie a Carlangas que ahora nos relata otra revuelta con fines de independencia con una trayectoria que Ricardo y Ernestillo continúan por turnos, ahora refiriendo a los indígenas. Hacen énfasis en la discriminación contra negros, indígenas y todo tipo de mestizos (incluso nos dan una lista completa con todas las diferentes mezclas de aquel entonces, y el mismo Memín revela ser un “cambujo”, o sea producto de la unión de raza india con los mestizos denominados zambaigo).
Conforme avanza la narración, los niños se van indignando al señalar todas esas injusticias que inspiraron la revolución, ya emocionándose cuando entran a la parte que todos conocemos, al empezar a involucrarse a Miguel Hidalgo y compañía. Se hace otra pausa al referirse a los reyes nomas para comparar su actitud con la que Ricardo ostentaba en un principio, consiguiendo que se ponga rojo de la vergüenza, aclarando que él ya cambió de opinión (¿cuál opinión? más bien quiso decir actitud ¿no?).
Continúan narrando la parte de la conspiración y entran al interminable debate entre las fechas del 15 de septiembre y el 2 de octubre (revisen las razones de esta confusión si no las conocen, aquí no nos dicen mucho y yo no soy ningún historiador). Todos se emocionan como nunca en la escena e inolvidable del Grito de Independencia, y se meten (imaginariamente) en la historia, uniéndose a la lucha, mostrándonos escenas inconcebibles de acción en una historia normal de Memín (bueno, no es de extrañar que Memín pelee con el arma más fuerte que conoce: la tabla con clavo, pero ¿Ricardo empuñando un arma de fuego? y todavía Carlangas peleando con sus puños, muy valiente pero en la lucha de verdad en esa época dudo que le sirviera de algo).
Pasan a las emocionantes primeras batallas, la quema de la Alhóndiga, y muchas otras partes claves de la historia (incluso señalan algunos factores negativos que normalmente eluden en las clases de historias en las primarias, como el pillaje desenfrenado de los revolucionarios que Hidalgo y sus aliados no podían controlar ya que estaba justificado aunque no lo aprobaban). Los ánimos bajan un poco al pasar por la parte de la ejecución de Hidalgo (¿por qué tenían que mostrar una ilustración de su cabeza decapitada en exhibición? es un detalle escabroso pero irrelevante para la historia).
Siguen con las participaciones de José María Morelos, y todas las iniciativas con que su lucha fue beneficiándose y concretando cada vez más el alcance de su objetivo (Ernestillo hasta presenta los principales puntos de la declaración en Documentos de la nación). Por supuesto, vuelven a entristecerse al referir su posterior captura y ejecución, pero la historia continua con los avances de Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide (Carlangas no pierde oportunidad de señalar los tres principios que ellos acordaron que regirían en México). Finalmente llegan a la Independencia, aunque todavía pasaron algunos incidentes más antes de que fuera respetada. Memín sigue entusiasmado y ardido de odio contra los españoles por lo que hicieron, tomando la resolución de desquitarse con Don Venancio (todavía es recordado este insufrible personaje), que además de ser español, le sube a los precios en su tienda (eso ya es culpa de la crisis) pero Eufrosina le advierte que lo deje por la paz. Habiendo terminado con la lección improvisada de historia para Eufrosina, a ella le da por recompensarlos con un pastel recién horneado (¿cómo puede estar recién horneado? todo lo que dijeron debió haberles tomado más de dos horas ¿acaso ella estaba cocinando todo el tiempo mientras ellos hablaban? apenas la vimos sirviendo comida como sì desde el principio contaba con que iban a caerles visitas).
Un epilogo es presentado al día siguiente cuando Romero lleva a sus alumnos (aunque Memín y sus amigos son los únicos presentes, haciendo suponer que a los demás les vale o hay favoritismos y ya los cuatro son sus unicos alumnos calificados para ir a excursiones) al Paseo de la Reforma, señalando al Ángel de la Independencia y la zona donde guardan los restos de los héroes de la patria (hasta ese momento se les ocurre cuestionar la existencia del mítico india “El Pípila” cuando bien pudieron hacerlo mientras contaban su respectiva participación en el resumen histórico del día anterior). Memín quiere visitar a los cadáveres pero Romero le indica que lo mejor es dejarlos descansar en paz. Eso no desanima al negrito y propone que les canten el himno nacional, dando un solemne fin de esta manera a esta historia reflexiva sobre la historia misma.
Después de haberse trabado tanto en ediciones de pésima calidad de Memín Pinguìn, en esta ocasión podemos alabar a Editorial Vid por brindarnos (aunque nos quieran hacer comprar el periódico) una historia digna y memorable, tanto para las celebraciones de la patria como la misma revista (que acababa de “cerrar” y relanzarse desde el principio pero ya explicamos eso).
Una edición altamente recomendable al igual que la sucesiva en la que tocaría celebrar el Centenario de la Revolución Mexicana.